
Palma, sábado 7 de junio de 2025
Tan viejo y tan joven
Concierto en el estadio de Son Moix de Palma dentro de la gira de despedida «Hola y adiós»
Por Víctor M. Conejo
Nena Carbonell (ver galería)
Y a sus 76 años se despidió Joaquín Sabina de su público mallorquín, que siempre fue más que numeroso. Al son de «Mentiras piadosas» quedó revelada la primera incógnita de la noche: las dimensiones de los espectáculos pensados para el campo del Real Mallorca, que en esta temporada asume el rol de espacio para grandes citas musicales. Escenario elefantiásico dispuesto a mitad del terreno, con todo sillas delante más las gradas, para quien quiera aventurarse a calcular la asistencia.
La segunda incógnita no lo era tanto: ¿cómo estaba el artista? Pues consecuente con sus 76 años de edad y una vida que vale por una docena en muchos sentidos, tantos los privados como los públicos. Cascadísimo pero dio igual, el carisma caudaloso lo mantiene. Apenas se levantó de su taburete durante todo el recital, e incluso en las canciones más roqueras como «Pacto entre caballeros» cedió la voz y el espacio al guitarrista Jaime Ansúa.
Recordó su mili aquí y a su primera novia. También quiso acordarse de otra pareja local, de quien afirmó esperar que estuviese presente. En el público, desde su generación hacia abajo, incluidos treintañeros, con mayoría de gente añeja. Con detalle propio encantador: mucha gente con bombín traído desde casa.
El repertorio de Sabina funciona a 2025: ese pop-rock ochentero gomoso, de producción tantas veces acertada como otras de barrica con carcoma. En los visuales estuvo el mejor complemento al concierto, con una superficie enorme dividida en tres lienzos proyectando excelentes collages e ilustraciones además de biografía fotográfica. Estéticamente muy bien encajados y narrativamente impecables. Palmarios como ejemplo de lo que debe aportar lo visual a lo auditivo.
El canon musical del de Úbeda nunca fue joven, como nunca fue viejo. Algo tan indiscutible como ubicar a este compositor y letrista, perennemente un hombre con traje gris y creatividad hipercolorista, como un capítulo fundamental en la historia de la música popular. Alguien a quien, en principio, no volveremos a ver en la vida.
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